saliva en los cristales

Edvard Munch, El beso junto a la ventana, 1892

Sólo tuvo que esquivar el cristal para recibir un beso mudo, de noche, de silencio, de hasta pronto. Y aunque leer los labios no era su fuerte no le hizo falta; con el sol del día siguiente los besó y sobraron las palabras. Y desde entonces esperó, cada noche, que un beso se colase a través de la ventana. 

Comentarios

  1. Cuantas vidas salvan los besos.

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  2. Viene tu palabra, a saltitos, a encontrar y besar al lector.
    Abrazos.

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  3. veo cientos de besos clavados en tu ventana, que empieza a resquebrajarse.
    uno más.

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