Turbulencias

 Abril miraba por la ventana con ojos de otoño. 

- Qué duro levantarse por las mañanas cuando el cuerpo pesa así.

Tras algunos minutos de mirada fija y mente en gris, play y a por el día. Sabía que ese domingo no se separaría de su pañuelo; tampoco de ese "mami" que le llenaba el corazón y le vaciaba la batería a partes iguales. 

- Vamos, por ella. Arriba.

Hacía tiempo que no era capaz de definir sus sentimientos. Siempre había sido buena en eso de expresarse, pero en los últimos tiempos sentía que por su interior circulaba una montaña rusa sin control. Era incapaz de prever cómo se sentiría cinco minutos después y algunos días se convertía en esa persona que ni ella misma era capaz de soportar. Y hoy, además, gripazo al canto. ¿Qué más podía pedir? 

Se preparó una infusión y, vapor en mano, trató de llenarse de la paz de esos minutos de silencio, con la esperanza de ser capaz de recurrir a ella si llegaba un looping de esos tan suyos. Se sentó en el sofá con la única luz de los rayos, aún perezosos, del Sol y una chaqueta sobre las piernas. Ella quería, prometía que quería bajar revoluciones y ser la de antes. Nunca había sido un corderito, ni una llanura emocional, tampoco iba a mentir, pero había pasado de un 90 de risas y 10 de turbulencias a un... ¿70/30? Y no, eso no podía ser. 

Perdida en sus pensamientos, escuchó ese "mami" que le hacía pasar tantas veces de quinta a primera. El que conseguía que fuera más valiente y tuviera más miedos que nunca a partes iguales. Cuántas veces había disimulado su miedo a los animales por ella y había sentido, al mismo tiempo, el terror más inmenso ante lo impredecible. Ese "mami" había hecho que Doña Control se llevara un tortazo día sí día también de la mano de la incertidumbre. Esto sí que era un looping constante. 

Abrió la puerta y ahí estaban esos bracitos apuntando al techo, esperando el abrazo que hiciera arrancar el día. 

- Hoy no hay guarde, cariño. ¡Está aquí mami!

Así arrancaron esos saltitos descontrolados y esa carcajada emocionada de festivo. Así comenzó su domingo con la primera marcha puesta, el corazón lleno a rebosar y su intento de freno echado. 


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