La peste del siglo veintiuno
Hacía tiempo que no nos veíamos, al menos no frente a frente. Es complicado decidir cómo reaccionar cuando apareces, si es que hay algún camino que elegir en esos casos.
La última vez, ella se agarraba a su propio cuello como si fuera el único arnés que aún le unía a la cordura. Hoy decidiste que lo mejor era convertirte en catarata de palabras e historias de vida sin filtro. Y en ambas ocasiones me reconocí a mí misma, tan nítida que no sabía si lo que sentía era lástima o miedo, ni si, fuera lo que fuese, era por ellas o por mí. A día de hoy aún eres parte de lo que soy, al menos de esa parte que solo yo conozco realmente. Pero mal de muchos, consuelo de tontos. Una se siente menos bicho raro cuando sabe que eres una puta epidemia.
La última vez, ella se agarraba a su propio cuello como si fuera el único arnés que aún le unía a la cordura. Hoy decidiste que lo mejor era convertirte en catarata de palabras e historias de vida sin filtro. Y en ambas ocasiones me reconocí a mí misma, tan nítida que no sabía si lo que sentía era lástima o miedo, ni si, fuera lo que fuese, era por ellas o por mí. A día de hoy aún eres parte de lo que soy, al menos de esa parte que solo yo conozco realmente. Pero mal de muchos, consuelo de tontos. Una se siente menos bicho raro cuando sabe que eres una puta epidemia.
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