La cruz de los lunes
Hoy he despertado con dolor en los músculos y en la piel. Una vez más siento que el lunes es nuestro enemigo indiscutible, aunque se maquille con polvos de sol o anuncie el inicio de un gran fin para los dos.
Desde el número 7 veo cómo a la gente le cuesta sonreír. Es porque a ellos tampoco les han arropado esta noche, ni han acabado sin saberlo en la mejor cama para uno, pero despertado en mañana para dos. O eso pienso yo.
Junto a mí, una mujer se santigua. Será porque también espera llegar a casa y que todo haya cambiado. Vuelvo a imaginar. Ya sabes que yo no soy muy, ni poco, creyente en nada, pero rezaría cada hora si eso sirviera para que cada lunes no significara el nuevo suicidio de un domingo, sino el nacimiento de otros siete para dos.
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