Dolor de sábanas

Aún no habíamos clavado la chincheta en el mismo punto del mapa y ya te echaba de menos. Echaba de menos que recordaras el primer día que decidimos jugar y que sufrieras déjà vu de felicidad. Que te gustaran los lunares que yo borraría y que me hicieras sentir que nunca llegué a crecer.
Imagina qué ocurre hoy, cuando ya compartimos tiempo y tempo. Cuando tus abrazos y las galletas holandesas son la más efectiva de las terapias. Cuando los domingos el Sol se pone la bufanda en cuanto pasas Avenida América.
Hoy el Sol ha sacado los guantes y aquí estoy una vez más, junto a la chimenea de las letras, que pedían libertad. Esta noche, que las sábanas duelen a ti.

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