Ginkgo
Dime si no pararías el reloj entre violetas y falsos pensamientos. No me importaría escoger el camino que no lleva al puente rojo si fuera a equivocarme de tu mano. Tú, que me acompañas tan cerca que hoy aún te puedo oler. Hueles a semillas y a galletas holandesas, a piel con ganas, a ganas de piel. Hueles a mar, a viento de poniente, a todas las horas que podríamos pasar desgastándonos los lunares.
Hueles a mermelada de frutas, a cerezas de diamante, a Moussel en un metro cuadrado.
Ya estoy llenando un frasco de perfume con todas tus fragancias para aliviar cada cuenta atrás.
Tic tac, tic tac.
Ginkgo.
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