La vida sabe
Así brillaba la luna aquella noche. Plena y resplandeciente, miraba fijamente el paréntesis que dibujaste con tus brazos y yo, sin pensarlo, puse mi nombre en el buzón. Sentí correr en mí toda la fortuna del mundo con cada lágrima que recogiste y pedí a la suerte que continuaras venciéndome al tres en raya, que no soltaras mi meñique mientras superábamos todos los objetivos y que nunca dejaras de robar centímetros en mi colchón.
Porque la vida contigo sabe a café con hielo y sol, a queso francés en vinilo, a crema, a piel, a Carnaval. Sabe a impaciencia. Sabe a mar. Sabe a mundo.
Suma y sigue.
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