De palabras, piel y viento

Ahora, que este colchón es más cómodo pero mucho más frío, pienso en que no queda nada por decir. Ocurre tan a menudo que el tintero queda medio lleno que no me reconozco. Otras veces - muchas - las palabras mueren en el lugar en que fueron pronunciadas, pero sé que esta vez se reprodujeron por duplicado y, mientras saboreo el mío, un lote viaja en busca del viento acurrucado dentro de ti. Sé que harán que tus dedos me busquen en esa pequeña pantalla, que tu voz sienta que le falta compañero de baile y que harás que, sin excusas, vuelva a los ensayos cada noche antes de dormir. Lo sé. Y eso es lo más extraño. Que el saber no haya dejado a las dudas ni probar los entremeses.
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