En suspensión
Observa los lugares de los que huyen los pájaros y en los que los brazos sin plumas reposan el cansancio de la vida. No hace tanto que buscamos la luz del Sol con los ojos cerrados y que dentro de ese mapa se fusionaban huellas dactilares del mismo pantone.
Ahora las pestañas están en huelga y no lanzan guiños entre sílabas. Los dientes han comenzado a sentir el invierno; el verano hace las maletas porque ha alcanzado el horizonte. La piel de pronto se vuelve tímida y los abrazos se escriben a base de signos de paréntesis.
Y a la vida le sigue faltando sal.
Y de nuevo puntos suspensivos.
Lo peor del amor, cuando termina,
son las habitaciones ventiladas,
el solo de pijamas con sordina,
la adrenalina en camas separadas.
Lo malo del después son los despojos
que embalsaman los pájaros del sueño,
los teléfonos que hablan con los ojos,
el sístole sin diástole ni dueño.
Lo más ingrato es encalar la casa,
remendar las virtudes veniales,
condenar a galeras los archivos.
Lo atroz de la pasión es cuando pasa,
cuando, al punto final de los finales,
no le siguen dos puntos suspensivos
Puntos Suspensivos, Joaquín Sabina
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