Altura
Desempolvé la careta de la indiferencia y me la puse en cuanto supe que te vería una vez más, aunque solo fuera en alfabeto occidental.
Egoísta como creo saber que eres conseguiste que dejase a un lado mi afición por la apariencia, el teatro y los escudos. Lograste - puede que sin quererlo, aunque siempre será más fácil culparte a ti - que corriera hacia tus prometedores brazos, para luego apartarte en el último segundo. Qué familiar me resulta el vértigo que corona este precipicio.
Y ni siquiera te giraste para observar mi caída.
Por eso nunca supiste que jamás llegué a caer.
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