A mil grados bajo cero

Nunca lo verás, porque mi colchón es muy pequeño y mi corazón demasiado grande como para que llegues a merecerlo. No lo sentirás, porque la piel fría se muere y sólo no hiberna en invierno. Y yo soy primavera, soy sol, soy insectos. Yo pico, yo rozo, yo vuelo, yo muerdo. Polinizo y exploro la esencia de los geranios y los cerezos. Tengo tantas vidas como veces al día muero. Me tiño de metamorfosis si me hablan de tintes de pelo. Yo escribo, yo leo, yo escucho, yo huelo.
Tú congelas, necrosas, destruyes con tu veneno. Acabas con cualquier luz que pretenda descongelar tus dedos. Y ahí, solo desde tu espacio, sin leer lo que me invento, te crees más feliz por triste que quienes se parten el pecho por atreverse a empezar un cuento. 

Comentarios

  1. Empieza a escribir el cuento. No te frenes por aquellos que empiezan a leer las historias cuando la narración ya está avanzada.

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