Soñar despierto

Dices que duermo demasiado mientras bostezo tras el humo que emana de la taza de café. Podría contradecirte, contarte que no pego ojo aunque me meta en la cama a las diez, pero el cansancio me pone una mordaza y me obliga a fumarme otro cigarrillo. 
El humo se multiplica y hablamos de la vida y de quién bautizó al amor. Es curioso que conozcamos conceptos tan diferentes y que respondan al mismo nombre. 
- También hay muchas Cristinas, pienso. 
Vuelvo a bostezar. Por tu mirada de reojo sé que piensas que no disfruto de tu compañía, pero es la pesadilla que se rodó anoche en mi cabeza la que tiene a mi cerebro maniatado. Pero eso nunca lo sabrás. 
- Ya es tarde, será mejor que me vaya.
Recoges tu abrigo y tu bufanda y derrochas piel por un par de segundos más.
Yo no quiero acostarme si no es contigo, la pesadilla me atormenta y temo permitir la rendición de mis párpados y la victoria de mi subconsciente. No sería en absoluto curioso sentirme a salvo sobre tu piel si no fuera porque mi pesadilla más recurrente lleva tu cara en la portada.

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