eclosión de negro
Fíjate si soy egocéntrica, que creo que el tiempo llora conmigo. ¿Sabías que si te rindes al sueño con los ojos ahogados, te despiertas del mismo modo y el cielo te mira con ojos de manantial? A mí me ocurre. Los elementos vibran conmigo. A veces temo que se desencadene un terremoto - explosión de rabia contenida - cada vez que reviento por dentro.
Lo sé, me dejé dominar por cuervos negros. Me han perforado los ojos y han desgarrado entre atronadores graznidos mi corazón. Ya no sé querer. Ni sé cómo dejar que me quieran. Mi coraza se ha vestido de plumas negras, que contagian todo cuanto oso tocar. Intenté despojarme de ellas, ignorar su aspereza y su olor a podredumbre, pero cuando has caído tan profundo ya es imposible reflotar. Toneladas de plumas y cadáveres se corrompen hasta consumir lo poco de mí que conseguí salvar. Me envenenan tanto que mi lengua me quema, que los pensamientos se agolpan y sólo logran escapar aquellos que hablan de dolor, de reproches y de penas. Mentiras muchas de ellas, pero más fáciles de rememorar que las verdades que fueron fresa, mañanas de sol, tus manos seda, que inmovilizan las neuronas cuando pretenden avanzar.
Pido perdón por haber espantado a la primavera.
Ilustración de Lorenzo Mattotti |
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