ahora, camino

Algún miércoles añoro 
aquellos adoquines, 
fuertes y robustos, 
pies de catedral. 
Callados e insinceros, 
dos extraños conocidos, 
con manos aún tímidas, 
recorriendo el mes de abril. 

Qué bonitos esos días 
de querernos sin querer, 
de conocernos sin saber, 
de escondernos sin poder. 
De pausas de piel con piel, 
de labios que decían sí 
a noches para no dormir. 

Sin ausencias con sabor a ti.

Recuerdo cuando no importaba tu segundo apellido o en qué lugar fueras a dormir. 
Cuando éramos sólo tú a lo tuyo y yo a lo mío y nadie recitaba sin inicio y con fin.
Aroma a café clandestino, cenas sabor a suicidio, versos sin escribir. 
Kilómetros buscando un destino, de madera, agua y lino, de desayunos sin servir. 
Aquellos días fueron breves, a golpe de torbellino, sin nadar llegamos aquí.
Y ahora, que sé a quién miro, no imagines nuevos caminos, porque no te dejaré ir.

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