efímero
Le conté que las horas discurrían perezosas, se deslizaban a trompicones buscando el momento idóneo para morir. Ellas lo llamaban nacer.
Resulta incomprensible que ciertos tesoros que protegiste con tanto recelo puedan perderse con la misma facilidad con la que se tiran los segundos a la basura - me dijo.
Y la puerta gritó.
Las puertas saben más que nosotros, de ello estoy seguro.
ResponderEliminarUn abrazo.