... alas


Revisaba aquellas hojas con la nostalgia de quien no volverá. Sonreía imaginando aquellas manos menudas desgastando lapiceros sobre cuadernos de papel. Aquella niña que tantas lágrimas obligaba a beber a la almohada no volvería jamás. Voló. Un día creció de verdad, llegó el momento de hacerlo. Guardó sus diademas en un cajón y se vistió con zapatos de tacón para dar un puntapié al mundo. Paso firme y de bolígrafo a binario se convirtió en mariposa. Ahora sólo espera que sus alas no sean invisibles.

Comentarios

  1. Cuando la autora se entrega al remolino de sus sentires y escritura ¡se vuelve mariposa! Cuando un lector recorre sus versos y se emociona ¡te vuelves mariposa! Enternecido viaje a la introspección.
    Un abrazo, y celebro que estés de vuelta.

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