Velas para ti
Cincuenta y inviernos a tus espaldas; eres hombre de frío y cumbres, de bosques y viajes interminables volante en mano, de aire fresco y bruscas palabras, trabajador como el que más y terco como nadie sabrá jamás serlo. Natural, como la vida misma; y de vida natural.
Juntos conquistamos tantas veces el mar... Con mis aún cortas piernecitas lograba flotar hasta donde las olas, para mí, eran rascacielos. Tú podías llegar: también podía hacerlo yo.
Dicen que heredé tus ojos, almendrados, achinados y, siempre lo pensé, demasiado pequeños. Supongo que lo que importa no es el tamaño, si no cuánto y qué son capaces de recoger en su interior. Y brillan, mucho. Sonríen; amenazan con desaparecer y se convierten en dos finas curvas sobre una descarada dentadura. No me hace falta apartar los párpados para saber que están poblados de destellos.
Hoy las rimas se me escapan y la prosa perfecta surge con laxitud, pero quise dejar mis velas encendidas en forma de enredado abecedario sólo para ti: Una de mis mitades... o yo una de las tuyas.
Felices años futuros, que sean muchos.
Enternecedor homenaje, al que me uno con cariño. Felicitaciones. (Segunda vez que dejo un comentario en esta entrada, a ver si ahora se publica -o no-).
ResponderEliminarSin palabras...
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