Tercera plana

Continuaron su camino. El sol carcomía las vidrieras. Sus pieles de arco iris buscaban una imagen, los carteles rezaban que prohibida, pero tan perfecta como cada milímetro de aquella imponente edificación. 
Se desempolvaron el pétreo frescor y se lanzaron de nuevo al asfalto, deteniéndose cuando lo pedían sus manos o sus labios ansiaban beber. 

Acabó con kilómetros mal contados,
vaqueros rendidos a pausas y manos
ansiosas por desoír los estragos
de futuros a solas con olor a verano.


Última plana. El resto, para la imaginación.

Comentarios

  1. Bien has dicho: "el resto para la imaginación". Nos colocas en la antesala del erotismo y nos sueltas (Creo que mi imaginación me ha excedido esta vez). Un abrazo.

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