Ahora

Todas las historias comienzan con un Érase una vez, aunque no esté escrito en cursiva o esté redactado entre las líneas de una moderna narración. Pero a veces las líneas se multiplican tan rápidamente que ni el tiempo las encuentra, ni el repaso más exhaustivo es capaz de rescatar las embrionarias letras que algún bolígrafo recién estrenado lloró. La historia sigue su curso, el que se le antojó un día al destino, o eso creo yo. 
Finge escribir sobre un boceto ya acabado, premeditado, labrado milímetro al milímetro sin permitir licencias a la voluntad. Lo que inquieta es saber cuándo habrá planeado firmar el final. Hasta entonces... Presente, sólo exquisito presente.

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