Cuando no hay teclas

Hace poco ya invertí en líneas sobre la ignorancia que me gobierna a la hora de ser consciente de mi verdadero estado. Sobre la hiperrealidad de mis sueños y lo onírico de mis días. Supongo que todos los intentos frustrados de (d)escribir mi historia en este día intermedio se deben precisamente a eso, a los límites extremadamente difusos entre las dos dimensiones de mi realidad. 
No me atormenta no poder describirlo, sólo espero volver a soñarlo. Y que sea pronto.



Toda la noche he dormido contigo
junto al mar, en la isla.
Salvaje y dulce eras entre el placer y el sueño,
entre el fuego y el agua.
Tal vez muy tarde
nuestros sueños se unieron
en lo alto o en el fondo,
arriba
como ramas que un mismo viento mueve,
abajo como rojas raíces que se tocan.

La noche en la isla, Pablo Neruda.

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