de cuando me dejas hacer que no llueva... y la toalla azul de un día cualquiera
Hoy me dices que el mundo te llueve y yo sólo soy capaz de ver que fuera diluvia, pero no creo que tanto agua sea capaz de calar tus huesos por dentro tanto como para sentir que el cielo se ha empeñado en descargar su rabia en ti.
Me gusta mirar las caras de la gente, su expresión, sus gestos...

Pero no me gusta que te llueva, ni que le llueva, ni que me llueva. Me gusta intentar secar las gotitas, una a una, recorriendo la nariz, el cuello, los brazos... y cubrirte con la toalla azul de los fines de semana mientras me cuentas cómo, poco a poco, va dejando de llover.
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